Ahora mismo, el pelotazo del fútbol ha alcanzado proporciones siderales.
Cuando hay tanto dinero rápido por medio, a la vez que la codicia, se mete el susto en el cuerpo. Es tal la racanería de los equipos que, en lugar de echarse hacia delante, juegan con la mirada puesta en el retrovisor. El miedo a perder borra del campo la ilusión de ganar. El deporte más popular del mundo se pone en venta y obtiene una promesa de rendimiento ilimitado a costa de renunciar al fútbol, librándose del buen juego.
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